Un animal anonadado, eso era la muertita. Nada que ver con el ratón de ojos inteligentes.
En La muertita o la novela que, todo el espectro de lo que constituye la estructura del ser humano contemporáneo aparece como en un escenario en el que a alguien se le van desgarrando las innumerables pieles superpuestas (convenciones colectivas y rituales, apetito de poder, belicosidad, pecados ecológicos, discriminación, control del otro) y que se nos enciman a medida que el rebaño social opera.
La muertita elige su propia dirección a contramano, dentro de ese núcleo social que nos condiciona. Ella elige un subsuelo como alojamiento, como tantos de nosotros.Sonia Catela