Un concierto sostenido con un único instrumento, que no es. Palabras que caen produciendo sonido, articulando el ritmo del cuerpo de mala gana, tensando, aflojando, más, contra las cuerdas. Cuerpo cóncavo que al ser golpeado anuncia, convoca. Una convocatoria de sentido, concertación, negociación que falla. Sentido que se fuga en grito animal. La campana es el antiguo alarido de ese prójimo que pone de manifiesto el engaño del orden mismo.
Andrea López Kosak