¿Y si el poema se convierte en un potente mecanismo de defensa ante la crueldad del mundo? Eso parece escribir este nuevo libro de Marianela Luna, Moli.
Bienvenidxs a un modo del poema donde lo que importa es su fuerza viva en tanto modo de escritura y apertura a un goce con lxs otrxs que, como en una fiesta, nos hace compartir el momento sin desligarnos de nuestros modos de mirar el mundo, pero tampoco imponerlo sobre lxs demás.
No se trata, acá, de una defensa que replique una fuerza de contrapeso a otra en los mismos términos, sino que sacude aquello que lastima desde una dulzura, ternura y risa naif que nos permite alivianar lo que se presenta como demasiado pesado para seguir vivxs e, incluso, escribir. Los versos de Molly nacen de una voz fresca, lejos de los registros anquilosados de la poesía argentina ya convencional, de los noventa y previa, pero también de la exigencia de lo nuevo como único parámetro de lo contemporáneo. Por eso, se quita una mochila de encima, la de las generaciones pasadas, abriendo el futuro en términos de hacer que el poema sea siempre una apertura a todas sus posibilidades. En todo caso, lo nuevo es aquí sospecha sobre lo nuevo desde el presente mismo de una voz sin pretensiones, a partir del poema como una defensa que permite vivir en plena devastación y que interviene haciéndonos ver en las relaciones con lxs otrxs eso que, por normalizado, pasaba. Y pasaba en la familia, en la poesía, en el amor, en la calle. Los poemas de Moli tienen esa potencia: aliviarnos y transformarnos. La magia de Moli trabaja allí, en la plena potencialidad de ser una oportunidad para vivir y escribir de manera cada vez más desprejuiciada y, por ende, dichosa.
Wachi Molina
Mecanismo de defensa
I
de tanto lastimarme en el mismo lugar
me salieron recuerdos
ficticios
que traduje en versos
tuve que disociar caricias
de nombres propios
traicionar a la patria
decir que el dulce de leche no era suyo
fundar mi propio larousse reinventado,
lunfardo fantasía
de mi propia capital
II
me aprendí la letra de algunos dolores
como una fanática se aprende los temas
de su banda favorita
quería estar lista para el reci
siempre por llegar
y cantarme todos los dolores nuevos
y viejos
por si dejaba de tocarlos
III
el cuerpo que es sabio cuida
su gramática
y recubre de callos
los rincones castigados
la poesía
dureza de la piel
es otro
mecanismo de defensa.
Agua, de Diego Ravenna, tiene una rara cualidad: es un libro exquisito, sutil, delicado, y a la vez potente. ¿De qué depende la potencia en la poesía? ¿Puede algo frágil ser a la vez fuerte?El poder de este libro reside en esa paradoja: una escritura suave y mansa como el agua, que es capaz sin embargo de horadar la dura corteza de una materia, la del lenguaje, a veces tan compacta e impenetrable, tan rebelde ante cualquier intento violento de manipularla para darle una forma determinada. Decía que el movimiento era una ilusión que generamos/para conservar intacta la belleza del paisaje,/que sólo aquello que sedimenta, puede preservar el misterio de las cosas/y protegernos al mismo tiempo de su verdad./¿Será que a veces lo que permanece vedado, se revela por sí mismo/ porque ya estaba ahí, como un animal agazapado y a la espera de su presa? ¿Entonces buscar una señal del cielo/ antes de la caída del agua, es estar ya bajo la tormenta?…
Claudia Masín