Con ilustraciones de Leticia Hernando.
El sótano, esa «embarcación en llamas en medio del mar», es atemporal. Allí siempre es de noche, todos los seres tienen cualquier edad y no importa. La oscuridad los conjuga e iguala bajo una misma ley: la ansiedad, para no dejar más que cáscaras vacías; y serán entonces: «costillas arrancadas a la luna», «cápsulas de tormenta» o mera ceguera, vacío, carne…
En las formas que adopta el amor y la soledad, la noche aúlla, dura como el cristal se hace añicos, derrama su líquido sucio. «cuatro tiros/ me incendiaron de a poco/muy sensualmente endurecieron mi alma/que es blanda como una paloma»…
Leticia Hernando