La poesía no puede ser otra cosa que un diálogo abisal entablado entre el ser y el mundo, entre la realidad interior y los datos de los sentidos volcados al espectáculo de la realidad palpable. El poema es el signo de ese diálogo.
La poesía no puede ser otra cosa que un diálogo abisal entablado entre el ser y el mundo, entre la realidad interior y los datos de los sentidos volcados al espectáculo de la realidad palpable. El poema es el signo de ese diálogo.